¿Y ahora qué?
No sé si alguna vez les pasó de sentirse estancados. De sentir que no tienen algo con qué avanzar que los motive o los empuje a accionar. Desde hace un tiempo ya tengo una conversación conmigo mismo.
Cuando era estudiante esto no me pasaba porque siempre había algo que hacer. Un trabajo práctico que preparar, un parcial para el que estudiar, algún concepto técnico que no me quedó claro de alguna clase. Hoy, ya trabajando de programador, se siente distinto. No hay finales, no hay parciales, no hay notas ni clases. No hay una forma clara de medirte.
Mientras cursas la carrera es muy fácil saber en qué estado se supone que deberías estar. Tenés las materias con temas ya definidos sobre qué vas a aprender, y tenés las notas para tener una idea de qué tanto entendés el tema. En la empresa donde trabajo, Etermax, tenemos un plan de carrera. Consta de distintas skills que tienen sus respectivos objetivos y niveles. Es un plan enorme lleno de conceptos y teoría para investigar o accionables que hacer.
Existen distintos tipos de seniority en base a qué tanto sabes, y para subirlos tenés que ir cumpliendo los skills pedidos. Esto, para una persona exigente como yo puede llegar a ser un problema.
En mis primeros 9 meses me senté a estudiar todos los días, como si tuviese que rendir una tesis la semana que viene, para subir de nivel en el plan de carrera. Terminé alcanzando a semi-senior III, que es un objetivo que me había planteado y me llenó por unos meses. Hasta que empezó de vuelta.
Así empecé a estudiar de nuevo y pude crecer en el plan de carrera. Hasta que llegué a un techo. Resulta que mientras más avanzás en el plan de carrera las skills se vuelven más abarcativas y difíciles de validar. Dejan de convertirse en un camino fácil de seguir y se vuelven quizás más un norte que se va abriendo, hasta el punto que tenés que plantearte cómo seguir.
Recomiendo a gente que pase por estas crisis apoyarse en gente. En mi caso, fueron mi psicólogo, mis amigos, compañeros y lideres en el trabajo que respeto y admiro mucho. Entre todo esto, me encontré un par de cosas. La exigencia interna y el miedo a ser considerado menos que aparecieron varias veces en las charlas, que en otro momento desarrollaré esto más en detalle. Pero lo otro que me encontré fue a mí mismo armandome el camino. No uno lleno de baches de exigencia, sino uno más positivo con lo que me gustaba hacer. No con un deseo de ser lo mejor sino con un deseo genuino de querer mejorar y progresar en las áreas que me gustan. Uno más tranquilo.
Aquí me ayudó mucho un líder que tuve, Ari, el cual me orientó sobre cómo buscar mis objetivos y planteármelos en base a lo que quería. ¿Quería mejorar en liderazgo? "Toma feedback de tus compañeros y tus lideres". ¿Quería mejorar en lo técnico? "Armá un proyecto y anda pidiendo feedback a referentes de esa parte técnica". Empecé a preguntar de qué se podría mejorar en el equipo, qué se podría mejorar en los procesos, qué se podría mejorar lo individual. Pregunté todo a todos los que se me ocurría para obtener todo el feedback que pudiese. Yendo a buscar con preguntas y/o escenarios con un propósito pude encontrar muchas más respuestas.
Esto me devolvió la motivación de aprender y tomar nuevos desafíos, pero de una manera más sana y constructiva. Una donde no lo aprenda con una carga importante de "sin esto sos lo peor", sino de "con esto vas a estar más en el camino que te gusta".
El proceso no sólo me ayudó en mi camino profesional sino también interno, y esperemos que con el tiempo uno pueda callar la voz interna que siempre pone un pero. Esperemos que algún día la frase sea